Importan las prácticas emancipatorias más que las convicciones abstractas, pero

Estoy leyendo Mundos otros de Zibechi. En la p. 94 dice:

«En las líneas que siguen, pretendo entrar en el debate [sobre la transición] anclándome en las prácticas emancipatorias concretas de algunos pueblos que se han puesto en movimiento. Si se prefiere, esas prácticas son el lugar epistemológico que elijo para ingresar en este debate. ¿Por qué tomo este camino? No quiero entrar en debates teóricos que suelen derivar en convicciones filosóficas abstractas, cuando creo que lo central es la práctica concreta de millones de trabajadores. Es una apuesta metodológica que no relega el debate teórico, pero que lo subordina a las tendencias emancipatorias de los movimientos antisistémicos.»

Lo que importa son las prácticas emancipatorias, de acuerdo. Sin embargo, no va de suyo qué práctica es emancipatoria y qué práctica es solamente un ensueño narcisista. Es necesario pensar un criterio para distinguir qué emancipa de qué domina. Ocurre que, a la vez, solamente podemos distinguir qué emancipa experimentándolo. Necesitamos a la vez reflexión teórica y experiencia práctica. Y necesitamos que dialoguen entre sí. Pero ni aun con este diálogo se salda la cuestión de hasta dónde (o desde dónde) necesitamos reflexión teórica y hasta dónde (o desde dónde) necesitamos experiencia práctica para calificar de emancipatoria a una práctica. Es indecidible. No hay receta a priori para esas cuestiones (quizás sí una a posteriori, pero metaestable, provisoria). No se trata de encontrar el equilibrio entre dos pesos definidos, sino de mantener cierta apertura, cierta indeterminación en los conceptos, así como cierta apertura, cierto no-saber en las prácticas, de modo que conceptos y prácticas puedan determinarse recíprocamente. Agrega Zibechi en la p. 121:

«Creo que es conveniente dibujar alguna hipótesis general sobre la transición, aunque no debería ser tan minuciosa como para generar doctrina que no pueda incorporar las novedades y aquellas creaciones populares que, aparentemente, se salen de un guion preestablecido.»

Y la determinación recíproca entre conceptos y prácticas no encontrará una fórmula a priori (quizás sí una a posteriori, pero metaestable, provisoria). Entonces será necesario, al comenzar el análisis, que algo oriente la investigación (o la experimentación): una sensibilidad o una idea axiomáticas. Por ejemplo, la sensación de la potencia colectiva, o la idea de la igualdad genérica. Porque cuando estamos en un indecidible, no estamos en un callejón sin salida; del indecidible se sale apostando. Este sensible a priori o esta idea a priori nos orientarán de tal modo de poder percibir lo emancipatorio o lo dominado de una práctica. Por ejemplo, Zibechi parece detectar una práctica emancipatoria cuando cumple con el criterio de ser popular, no ser estatal ni explotadora y, a veces, tampoco patriarcal ni colonial. La idea o el sensible previos orientan de tal modo de poder percibir lo emancipatorio o lo dominado de una práctica, pero solo para que esta práctica nos diga cuál es la idea que se experimenta al practicarla, en interioridad.

De modo que no se puede dejar la cuestión de qué práctica es emancipatoria y qué práctica es solamente un ensueño narcisista librada a la mera determinación mutua entre concepto y experiencia. Se parte, de hecho, consciente o inconscientemente, de una apuesta sensible y/o eidética. Esta apuesta no resuelve la cuestión desde el vamos, sino que, dándole un punto de partida, la abre a la investigación-experimentación. Y esta investigación-experimentación puede y debe llegar incluso a preguntarse por la productividad del punto de partida.

Por ejemplo, la práctica del movimiento de mujeres, que nos dice que las sensibilidades de mujer y hombre son intraducibles, nos obliga a revisar la actualidad/productividad de la idea de igualdad genérica. Pero es falso que podamos llamar emancipatorio al movimiento de mujeres sin tener una idea previa de igualdad o de potencia o de autonomía o de sororidad o de dignidad o de antisistémico (o alguna mezcla de todas ellas y/o alguna otra, como democracia o libertad, etc.). En esta idea previa, sostenida consciente o inconscientemente, hay, sabiéndolo o no, una apuesta que rompe la indecisión sobre si el punto de partida del análisis y de la experimentación está en una práctica emancipatoria o en un concepto de emancipación.

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