Cuando hablamos de instituciones, sean modernas o no, hablamos de algo que tiene que ver con lo colectivo. “Colectivo” tiene un sentido muy laxo pero que de alguna manera integra a varios individuos y donde ya el problema de lo social o de lo colectivo necesita ser pensado para decir que estamos hablando de una institución.
Así, hoy nos preguntamos por lo común. La pregunta por lo común es la pregunta por lo político. El tema es que lo colectivo hoy no tiene una representación cabal por parte del Estado, el tema es que lo colectivo hoy está todo el tiempo siendo sustraído de nuestra experiencia cotidiana: nos experimentamos solos y solas frente a los problemas de la vida cotidiana. Entonces, la pregunta es ¿dónde estaría lo común? ¿dónde lo podemos buscar? Ya que lo común, suponemos, tiene algo que ver con lo político. Lo común no es a priori, no es algo que pueda ser definido geográfica o socialmente; estamos en un tiempo en el que no tenemos la facilidad que tenían los revolucionarios y los reformistas del siglo XX, que podían ver una clase trabajadora claramente delimitada, compacta por estar en las fábricas, que quizás vivían en barrios vecinos –estaban geográficamente juntes. Y los italianos hoy postulan que lo común está en la red de trabajo cooperativo que el capital explota, pero que esté ahí no significa que se experimente lo común como la clase obrera fabril podía experimentarse como clase distinta de las otras clases de la sociedad.
Entonces, un común que no está definido sociológicamente o geográficamente nos hace preguntar, ¿cómo lo construimos? o ¿cómo se construye? Yo quiero diferenciar tres cosas que llamamos común: una sería ese común ontológico que tenemos entre los seres humanos, el género humano es común, los diferentes cooperantes de la red de trabajo capitalista también es un común ontológico. Había un segundo común antes que no era el común ontológico, era el común nacional, el común que creaba el Estado. Ese era el común trascendente que estaba por encima de nosotros y al que cada uno quería pertenecer; uno crecía en las instituciones intentando ser aceptado por la patria, intentando incorporarse a la nación y ser un buen ciudadano de la nación o un buen patriota de la patria. Este era un común trascendente. Finalmente está el común inmanente que parece que es el que produce la asociación civil Insitu con la formación de consorcios en viviendas sociales (ver https://www.pablohupert.com.ar/index.php/un-comun-consorcio-nada-comun/). Puede ser también el común de lo que produjeron las Madres de Plaza de Mayo con su consigna “aparición con vida” y con sus diferentes formas de sostener la lucha a lo largo de los años, pues su consigna se hizo de todes, y era a la vez algo diferente a la suma de cada une. Este común inmanente no necesariamente está representado en el Estado, pero sí necesariamente comienza por no estar representado en el Estado. Al común nacional lo articulaba el Estado, al común inmanente lo articula el común. Es bueno aclarar que en esta articulación de lo común por lo común pueden entrar elementos estatales, como pueden entrar elementos mercantiles, pero hay una autonomía: un común inmanente es un nosotros no identitario[2] que se dice en primera persona. Si la clase obrera se ponía a hablar en tercera persona seguía siendo una clase, pero si el común no puede decir “nosotros” no es un común, sino una definición conceptual más.
Quiero contarles un ejemplo que está en mi libro Esto no es una institución para bajar un poco a tierra todas estas diferenciaciones. En la Universidad Nacional de Comahue hay una comisión universitaria de accesibilidad. Esa comisión intenta que la gente considerada discapacitada pueda acceder no solo a la universidad sino al medio físico y social. Ahora bien, si vemos la institución desde el punto de vista de Estado presente, es decir, el Estado proactivo, el Estado que hace publicidades sobre su propia actividad, el Estado posnacional, entonces el trabajo de una comisión de accesibilidad se va a tratar de poner rampas para satisfacer la demanda de los considerados discapacitados o poner un software en la biblioteca para que los ciegospuedan leer un pdf o escucharlo, y cosas por el estilo; se van a hacer cálculos sobre cuántos nuevos discapacitados va a haber por año, cuántas rampas más vamos a tener que poner, cuántos baños especiales y así por el estilo. Entonces, la institución va a funcionar como una institución fluida que se acomoda a las demandas siempre ascendentes de la población asistida por la comisión universitaria de accesibilidad. Esta va a trabajar respondiendo a una demanda o a un conjunto de demandas siempre en multiplicación. Pero esta gente de la Universidad Nacional de Comahue proponía trabajar de otra manera, no se trataba solamente de poner la rampa sino de investigar junto con los supuestos discapacitados qué podemos. Esta Comisión dice que la discapacidad no existe, que la discapacidad es una creencia de que los discapacitados lo son porque no pueden participar del paradigma productivista y del rendimiento del sistema capitalista. No pueden eso y por eso son considerados discapacitados, pero pueden otras cosas; ¿qué otras cosas pueden? Bueno, acá está lo que tenemos que investigar juntos los considerados normales y los considerados discapacitados; entonces la rampa va a servir para que haya encuentro. No un encuentro en que nos saludamos y decimos ceremoniosamente “encantado de conocerte” sino que nos sorprendemos por encontrarnos con posibles que no sabíamos que teníamos o que directamente no teníamos antes del encuentro, y no vamos a tener una visión romántica o compasiva sobre los supuestos discapacitados, sino que vamos a hacer una experiencia de qué podemos juntes en un aula.. En este sentido, el encuentro no es un acoplamiento que nos completa, sino un hallazgo que nos pone un plus imprevisible antes del mismo hacer juntes. Este encuentro así entendido (plus imprevisible producido por una actividad desplegada por una composición de alteridades) va a ser un común inmanente.
Ahí hay un problema en común a investigar y esa investigación de qué podemos juntos, ese problema común, esa investigación conjunta, crea común. Crea común entre actores que desde el punto de vista sociológico no necesariamente hubiéramos definido como un común a priori, no necesariamente los hubiéramos definido como compartiendo algo en común. Así que lo común tiene más que ver con compartir activamente un problema que con compartir una identidad a priori, como lo podría haber sido la de clase obrera o cualquier grupo sociológica o geográficamente definido. Pero este común inmanente tampoco tiene que ver con compartir una identidad a posteriori. En un común, se comparte la pregunta, se comparte el problema, se comparte la investigación sobre el problema, se comparten las tareas que el problema-pregunta nos demanda. No se comparte una homogeneidad ni un perímetro. Por eso lo común no es un general que abarca, homogeneizándolos, particulares, sino una articulación sin receta entre lo común y los singulares. Así, el común inmanente es un común que no cierra, que, a diferencia del común trascendente o estatal-nacional (como por ejemplo las naciones o las diversas asociaciones de profesionales), se mantiene abierto.
Bien. Me parece fundamental decir que un común no sabe a priori qué puede (es claro en el caso de la discapacidad), y que el común del que participa esta Comisión Universitaria de Acceso al Medio Físico y Social, ese nosotros, dice “tenemos un problema y lo compartimos”, y no está buscando tener poder para cambiar la sociedad para que deje de haber un paradigma productivista. Experimenta en su inmanencia y no en el futuro por venir, experimenta en su presente una vida de poder hacer cosas, no una toma del poder sino una experiencia de poder hacer cosas.
Voy a terminar diciendo explícitamente que la idea de común, o la idea de compartir el problema en un nosotros me parece una idea estratégica, en tiempos en los que las estrategias no las pone el partido político, en tiempos en los que no se sabe cómo va a cambiar el mundo, en tiempos en que no hay una revolución inminente como podía haber en los ’60. En una época oscura, como la llaman Benasayag y Del Rey,[3] creo que estas composiciones que hacen nosotros nos permiten experimentar una abundancia que no hay en la vida en el pobre narcisismo de cada uno.
Les cuento una experiencia de pobre narcisismo. Por el año 2001, una escuela privada de Villa Astolfi, partido de Pilar, entró en quiebra y les docentes y padres la recuperaron. Después de unos años de funcionar como cooperativa, de tener a los docentes como socios de la cooperativa, consiguieron, primero, un subsidio del Estado que repartían cooperativamente, y después de algunos años más el Estado, en vez de darle un fondo a la cooperativa de la escuela, empezó a darle un salario a cada docente; si había diez docentes, a seis o siete les depositaba su salario en sus cuentas sueldo en el banco. Esto podría ser interpretado como una conquista del común pero debe ser interpretado como una demandificación del problema común.[4] Porque esos docentes que ahora cobran su salario en su cuenta sueldo, no participan más de la cooperativa, no comparten con los otros docentes y los padres el problema de hacer funcionar esa escuela. Entonces, hay que tener cuidado con la satisfacción de demandas que se satisfacen individualmente y que desarman los problemas que si nos componemos se nos plantean.
Espero haber sido claro, sobre todo en el sentido en que lo común no es una identidad y es un proceso de investigación y que supone estar quizás en instituciones, en lugares donde nos rozamos, porque no es que no haya común nunca, pero esos lugares donde nos rozamos no garantizan que habrá composición-común. Hace falta que nos planteemos en conjunto un problema y unas tareas de investigación del problema para que esa composición ocurra.
[Ver la intervención en «Indagaciones sobre lo común 2» aquí]
[1] Intervención en la actividad “Indagaciones sobre lo común”, el 9/6/23, organizada por la Asociación Civil INSITU. Puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=NzDrhdwZzWk.
[2] Ver una aproximación descriptiva al nosotrxs no identitario en www.pablohupert.com.ar/index.php/un-nosotros-sin-identidad-seis-movimientos-colectivos/.
[3] El compromiso en una época oscura, Red Editorial, Vicente López, 2022.
[4] Demandificar es una operación por la cual el Estado posnacional (o la subjetividad estatal posnacional) convierte en demanda dirigida al Estado lo que es un problema de un común. Ver la noción de demandificación en https://www.pablohupert.com.ar/index.php/astituciones-y-sus-mas-allas-iv-distingos-institucion-astitucion/ o en Esto no es una institución.