comunización y singularización a propósito de un bachillerato popular (charlando con Ale Grego)

(Conversación con Alejandra Grego el 12/01/2020)

Le decía a Ale que lo común contemporáneo, lo común interesante, no es un común homogéneo sino un común que es un espacio común de singularización. O sea, un espacio heterogéneo de heterogeneización, donde estamos juntos para diferenciarnos y no para homogeneizarnos.

Eso pasaba en el Bachi, donde cada profe encontraba su singularidad en el mismo roce con otres, pero un poco también donde cada pareja pedagógica encontraba su singularidad en su mismo despliegue, en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Aclaro, singularidad no es sinónimo de individualidad, sino de algo que se produce como invento o como potencia que no se sabía que era posible; o como acontecimiento; o como algo que no se consigue en el mercado. 

Ale: Porque es como una singularización a partir del común, que se produce en ese lugar, no en otro. Tiene que ver con ese común.

PH: Claro. Se produce en ese lugar, en ese común, en ese haz de relaciones.

Ale: En otro lugar puede ser otro, otra singularización.

PH: Exacto. Perfecto eso.

Pero entonces, como vienen planteando Virno, Rancière, María Beatriz Greco (que sigue a Rancière en este punto), lo común es un espacio donde lo que hay de común es la capacidad de singularizarse, la capacidad de diferenciarse. Y donde diferenciarse sólo es posible estando con otros y otras. Por esto es tan importante la frase que siempre usaba Ignacio Lewkowicz, que hablaba del proceso de subjetivación como un devenir otro con otros. Se deviene singular con otros; no se puede devenir singular estando aislado. Por eso, lo común es un común de singularización y lo singular es una diferenciación en un común. Una diferenciación que parte de lo común, como decía Ale, que tiene como supuesto necesario, no lo común en general, sino lo común de un cierto y determinado común concreto, que es un colectivo concreto.

Ahora bien, quiero agregarle otra dimensión a esta noción de común, que es que lo colectivo mismo, cada común, se convierte él mismo en una singularidad. Lo que pude experimentar en el bachillerato popular Sol del Sur es que el Bachi era un proceso de singularización respecto de otros bachis. Le estaba contando a Ale que Sol del Sur, el Bachi ubicado en Villa Soldati, en el barrio Los Piletones, se fue singularizando porque iba lidiando con condiciones que no eran las mismas que las que tenía el bachi IMPA. Aun si del bachillerato popular  IMPA salieron los primeros profes y las primeras ideas de armar Sol del Sur en 2014, y aun si este siguió ligado a aquel en la CEIP (la Coordinadora de Educadores e Investigadores Populares en la cual estaban nucleados el bachi del IMPA, el bachi de Maderera Córdoba, el bachi de Sol del Sur y otros más), Sol del Sur no fue, ni mucho menos, una réplica de IMPA.

Porque, ¿cuál es el imaginario que prevalecía entre la gente de CEIP? El imaginario era más o menos “la experiencia anda bien, repliquémosla en otras partes.” Pero ¿qué pasa? Que esa replicación del formato Bachi en otras partes es un proceso de múltiples singularizaciones. En palabras de Badiou, todo múltiple es un múltiple de múltiples, y eso incluye a todo proceso de subjetivación: su experimentación es un múltiple de múltiples. 

Esa multiplicidad irreductible se da además con la especificidad de nuestra época fluida, en la que (acá no es Badiou) no hay capacidad del Estado de hacer uno de la multiplicidad. La multiplicidad, o la procesa el mercado y su oferta de múltiples opciones, siempre variando y variando, o las procesa el común. Pero Sol del Sur se fue de la CEIP Histórica. No estuvo la capacidad ni de IMPA ni de Sol del Sur de entrar en diálogo para procesar sus singularidades de manera común.

Ale: Y crear el diálogo entre sí.

PH: Y crear el diálogo entre sí. Cada bachi, cada colectivo es un lugar donde múltiples singularidades se singularizan, pero a su vez, los colectivos son singularidades que se singularizan respecto de sí y de otros colectivos. Digo: el bachi Maderera Córdoba, el bachi IMPA, el bachi Sol del Sur, son singularidades que se singularizan respecto de la experiencia que las apadrina.

Ale: Entonces, primó la singularidad por sobre lo común. ¿Cómo se hace el ida y vuelta entre lo singular y lo común?

PH: Esa es una pregunta que sólo podemos resolver en la práctica; para mí, no se puede resolver con recetas. Se puede resolver en la experimentación. Y resolver no significa aquí encontrar el equilibrio justo, sino una tramitación conflictiva que permite o promueve que dos (o más) procesos de singularización se expongan mutuamente a la alteridad del otro proceso (o los otros procesos). Una tramitación conflictiva que, al tiempo que promueve esa exposición mutua, compone un común conflictivo: exponerse a la alteridad del otro también es componer común con el otro.

Pero creo que ahí lo que pasó es que primó el imaginario de que todos pensábamos lo mismo. Entonces no hacía falta un diálogo de diferencias.

Ale: ¿Se planteó en algún momento?

PH: Yo no estuve ahí; hasta donde sé, medio que se planteó. Pero se respondía a eso probablemente con la idea imaginaria de que formando adecuadamente a les participantes las diferencias iban a ser saldadas.

Ale: Yo sé que hubo diálogo por ejemplo respecto del tema de las titularizaciones. Yo sé que hubo encuentros de varios bachis. No sé decirte cuándo ni cómo, pero creo que había una coordinación. Se suponía que había un encuentro, diálogo, debate o como lo llames.

PH: Sí. Pero en esa coordinación se llegaba a acordar puntos en común; a acordar un pliego de reivindicaciones para presentar a las autoridades.

Ale: Apa…

PH: Claro. Aparece ahí el tercero, respecto del cual tenemos una homogeneidad. Pero esa homogeneidad, que es el pliego común, y acá digo “común” en el sentido más coloquial, el pliego compartido, que imaginariamente, es decir, especularmente, frente a las autoridades, nos hace indistintos…

Ale: No sería verlo desde las singularidades.

PH: Claro. No hace entrar en diálogo, no hace entrar en alteración mutua a las singularidades.

Ale: Re-interesante eso. Que sólo se diera ante una terceridad.

PH: Entonces. Acá hay como dos tareas que deben (o, más bien, pueden) darse a la vez. Una singularización respecto del común y una comunización respecto de la singularidad.

Ale: Está bueno.

PH: Y entre IMPA y Sol del Sur no pudo darse. En el último mes que estuve yo, Sol del Sur se fue de CEIP Histórica (pues a su vez CEIP se había dividido en 2014 en CEIP y CEIP histórica); es decir, rompió con IMPA, Berta Cáceres y Maderera Córdoba.

Ale: ¿No tenía diálogo con ningún otro bachi?

PH: Entró en conversaciones con otros bachis que estaban en villas y no en fábricas recuperadas. Uno de ellos creo que era el Alberto Chejolán y otro el Miguelito Pepe. Pero hay que ver si ahí lograron un diálogo de singularidades o de vuelta los unificó imaginariamente la característica de estar todos en villas. Pero como todas las villas son distintas… No es lo mismo Sol del Sur, donde está Margarita Barrientos, que la villa 31, donde hay un viejo y largo proyecto de urbanización con un montón de organizaciones muy fuertes.

Ale: Pero vos no tenés idea de cuál fue el motivo de la ruptura con IMPA y las fábricas recuperadas. Si era justamente la diferencia o qué.

PH: Lo que se decía era que IMPA estaba más volcada a entrar en el mundo académico y a ser una referencia en el campo de la educación popular latinoamericano.

Ale: Más escolar.

PH: Mostrar cierta teorización y cierta elaboración, para que la experiencia de bachillerato popular se convirtiera en un modelo posible en el campo de la educación alternativa, en las pedagogías críticas. Algo así. Y no la construcción territorial, que es necesaria y se vive día a día en la cotidianidad de un bachi que está en una villa. E IMPA, o Maderera o el Berta C. están en barrios del medio de la capital; el territorio no es algo tan palpable en esos casos. Mientras que SdS necesitaba consolidarse internamente y consolidar su tejido con el barrio y sus estudiantes (una consolidación que nunca acaba), Impa, como BP fundador y fundacional de CEIP, que hace rato descansa sobre el reconocimiento salarial de sus profes (el Gobierno de la Ciudad les paga salario), se proponía proyectarse hacia el campo nacional y regional como referencia en el campo de la educación popular.

Pero ¿cómo hacés entrar en diálogo dos o más experiencias de bachillerato popular, cada una con su especificidad, es decir, su singularidad? De manera singular, claramente. Bueno. En este caso, no pudieron; no pudieron hacer común, decía Ale. Quedó cada cual con su singularidad y se entendió o se creyó que esa singularidad era algo así como una diferencia irreconciliable o incompatible y no un proceso común de diferenciación y una diferencia susceptible de comunicación. O un proceso diferencial de comunización. En un proceso diferencial de comunicación, las diferencias no se toleran (como diría un republicano o un liberal) ni se comparten solamente coincidencias sino que se comparten diferenciaciones: ni coincidencias ni diferencias, sino diferenciaciones. Ahora bien, como las singularidades no pudieron hacer común, terminaba siendo cierto que las diferenciaciones eran diferencias que no podían componerse.

Ale me preguntaba cómo fue que se dio esa historia de no poder hacer común, y está bien contarla un poquito.

Yo no estaba en las reuniones de CEIP, las reuniones de la coordinadora de estos bachis. Pero lo que se contaba es que IMPA y Maderera Córdoba, que tenían profesores que estaban en ambos lados, estaban volcados a participar del campo académico o para-académico de las pedagogías críticas, haciendo conversatorios con figurones de las pedagogías críticas como Tenti Fanfani o Claudia Korol. Gente con mucha relación con Cuba por ejemplo, y muy freiriana. Y nosotros, Sol del Sur digo, totalmente absorbidos por problemáticas de territorio como no tener un edificio en condiciones, o tener que compartir ese edificio con la Junta Vecinal del barrio, donde estaba Mónica Ruejas, con una lógica más punteril, de reparto de comida y de conseguir votos para Patria Grande o para La dignidad, según el momento, según la alianza que hiciera Mónica. A su vez, si bien Ruejas tiene una lógica punteril, no es una lógica del todo aparatera como la de Margarita Barrientos.

Ale: La problemática no era pedagógica.

PH: Exacto. La problemática no era pedagógica o al menos no de teoría pedagógica. Como a nosotros no nos alcanzaban las energías, estábamos siempre en falta de profesores… IMPA además tenía reconocimiento salarial, con lo cual los profes de IMPA tenían más tiempo para dedicar a todas esas actividades.

Ale: Hay algo de prestigio también ahí que juega.

PH: Sí, prestigio al codearse con figurones, prestigio al circular en ámbitos académicos o cuasi-académicos, prestigio al ser tomados como ejemplo de la pedagogía crítica latinoamericana. 

Entonces había, para sintetizar, una diferencia de estrategias donde volcar las energías de cada bachi y a la vez, una diferencia de disponibilidad de energías. Porque los que tienen reconocimiento salarial tienen más fuerza de trabajo para volcar a su respectivo proyecto.

Esta diferencia de condiciones, esta heterogeneidad fáctica irreductible, innegable, no pudo hacer común. No pudieron en los plenarios mensuales de CEIPh, articularse. No sé cómo hubieran podido articularse, pero sé que esa pregunta se podía plantear, tomar, compartir y experimentar.

Ale: ¿Cómo fue la separación esa? Porque a mí me interesa saber si IMPA le soltó la mano, si Sol del Sur decidió que…

PH: IMPA soltó la mano de hecho. SdS discutió durante un tiempo si tenía sentido seguir en CEIPh y finalmente votó no seguir allí.

Ale: A mí me suena a que IMPA hizo su propio viaje.

PH: Hizo su propio viaje. Y literalmente: en un momento hicieron un viaje a Cuba, tuvieron encuentros de educación popular en Cuba…

Ale: Se subieron a otro avión.

PH: Claro. A pesar de que parece que durante mucho tiempo Freire estuvo prohibido en Cuba. Pero ahora los cubanos ya no lo tienen prohibido a Freire.

Si bien hubo planteos de diferencias varias veces en diferentes reuniones de CEIPh, según cuentan los compañeros que iban a las reuniones plenarias de cada mes, cuando finalmente Sol del Sur vota abrirse… Yo en esa votación todavía estaba; voté irnos: ya era tarde para proponernos y ponernos a componernos.

Ale: Eso fue una votación interna, de Sol del Sur.

PH: Sí. Cuando votamos irnos, algunos compañeros de SdS van a la siguiente reunión plenaria y dicen «nos queríamos ir por esto y por esto y por esto». IMPA hizo como que se desayunaba: «Pero ustedes, qué lástima que no lo plantearon antes y no lo pudimos charlar». «Sí lo planteamos antes», respondieron nuestros compañeros de Sol del Sur. Lo que pasa es que los otros estaban muy mirándose el ombligo y tan viendo cómo Cuba los recibía diciendo «la gran guerrilla latinoamericana de la pedagogía crítica». También hay contactos con Giroux, que está en Estados Unidos. Había otro yanqui más, no me acuerdo el nombre, capo de las pedagogías críticas.

Ale: Era como que estaban en otro objetivo.

PH: Por eso. Lo que yo llamé «lo académico». Un académico alternativo, pero académico.

Y entonces Sol del Sur se va a otro imaginario; forma un frente de bachis villeros, con otros tres bachis. Y vuelve a operar el imaginario de que teniendo una cosa territorial vamos sí a tener un común homogéneo. Pero inevitablemente, como cada villa es distinta, va a haber una singularidad de cada bachi. Y hay que ver si la singularización que el paso del tiempo produce, que la experimentación de la experiencia obra en cada espacio, en cada bachi, va a poder ser comunizada. Es decir, el imaginario opera a un nivel mucho más imaginario que en tiempos sólidos. Lo que quiero decir es que en la eficacia de las prácticas, la singularización se da. El asunto es si los diferentes procesos de singularización van a poder articularse.

Ale: Ahí hay predominio de la singularización.

PH: Predomina la singularización. El asunto que apremia es cómo ponemos en común las singularizaciones. Cómo las com-ponemos.O, digámoslo mejor, es en común que se dan las singularizaciones; el asunto que apremia es cómo producir transversalidad, cómo articularlas sin homogeneizarlas (o sin pretender homogeneizarlas, pues homogeneizarlas es de todos modos imposible).

Ale: Es que eso es me parece lo que ha pasado en todos los movimientos. Vos lo estás diciendo y lo vi en los movimientos sin ver el bachi. Este asunto de cómo la problemática de cada movimiento, es decir lo singular, como lo estás nombrando, predomina por encima de la posibilidad de articular. Por la urgencia, por la necesidad, por la…

PH: Por la falta de energía, por la falta de paciencia.

Ale: Por lo que sea, por el exceso de demanda. A veces los personalismos… ni hablar.

PH: A veces los personalismos que hacen que lo común se represente en un líder, o en un grupete de voces cantantes.

Los movimientos quieren encontrar un lustre, un brillo, por ejemplo en lo académico, en el caso de IMPA. Pero a veces encuentran lustre en el hecho de ir al Foro Social de Porto Alegre o en que vino una investigadora de Europa a escribir una tesis sobre la propia experiencia o en ir al intercambio con el MoCaSE o en lo que sea.

Lo interesante creo, de este enfoque, es que lo común se convierte en un proceso y lo singular también se convierte en un proceso.

Lo común no es necesariamente lo colectivo. Lo singular no es necesariamente lo individual. Ambos, tanto lo singular como lo común, pueden ser individual o colectivo. Incluso pueden ser una parte de un individuo o una sección de un colectivo. Una dimensión de un colectivo; una dimensión de un individuo. Pero no están dados. Son procesos que se dan en interacción y que nunca encuentran un punto de equilibrio, una armonía donde lo singular y lo común hallen su lugar estable y armonioso.

Ale: No se dan al unísono.

PH: Entonces, lo común es un proceso de composición. Esta es la palabra que faltaba. Y decíamos comunización. Pero es un proceso de composición de singularidades. O un proceso de composición de procesos de singularización.

Ale: Que a su vez, es un proceso.

PH: Perfecto.

[siguen acotaciones después de que Ale se fue]

Una cosa que es importante precisar es que la singularidad de cada experiencia, la singularidad de cada bachi, no está dada sólo por singulares condiciones objetivas. Por ejemplo y sobre todo, el territorio en el cual se desarrolla, les profes que allí enseñan, les estudiantes que allí estudian y así sucesivamente. También, aparte de la especificidad objetiva, está la singularización subjetiva, que no es reflejo de las condiciones objetivas, sino que es ese entre que se da entre las condiciones objetivas y los elementos subjetivos. O eso que se puede llamar experiencia. Ese entre que llamamos experiencia; esa experiencia que es diálogo entre lo objetivo, lo subjetivo, los problemas a resolver, las formas de resolución, los conflictos a tratar, las formas de tratarlos, los logros conseguidos, las formas de festejarlos, la sensibilidad entusiasta y la forma de contagiarse. No todos los conjuntos humanos se entusiasman de la misma manera ni con las mismas cosas. No todos llevan los intercambios libidinales de la misma manera, no todos procesan la falta prolongada de ciertos estudiantes ni se representan su dinámica grupal de la misma forma, etc. etc. En este sentido, podríamos decir que una singularidad de Sol del Sur fue que no se armaban parejas. No al menos públicamente conocidas. Me refiero a parejas de intercambio sexual. 

Bien. Entonces, la singularidad no es solamente por una heterogeneidad objetiva, sino porque cada experiencia es singular. Y un bachi y cualquiera de estas movidas colectivas, autónomas, son procesos de experiencia. Son experimentaciones. Y cada experimentación hace su propio camino de lo sabido a lo no sabido, como hacían los aprendices del maestro ignorante de Jacotot y Rancière.

Por otra parte, tenemos que hablar de tres comunes, que están confundidos cuando se usa la palabra.

Hay un común, que es el común sólido, o moderno, que es esa mediación general en la cual todos nos reconocíamos y que era representada como homogénea y que operaba homogeneizando. Podía ser la idea de humanidad; podía ser la idea de nación; podía ser la idea de cuerpo. Es un común que era Uno, con mayúscula.

Hoy, contemporáneamente, lo común no es homogéneo; es heterogéneo. Y tiene dos dimensiones o dos formas en que se da. Una es la dada y otra es la que se da sólo a veces.

La dada es la del común innegable, del cual el neoliberalismo nos separa todo el tiempo, que es el hecho de que para que cada uno sea posible son necesarios todos los demás –o por lo menos muchos más, si no todos. Así, en lo común de la producción capitalista, todos los demás productores son necesarios. Para que un trabajador, por ejemplo un analista de sistemas, pueda hacer su trabajo, es necesario el trabajador técnico eléctrico que trabaja en la empresa eléctrica; es necesario el médico que alguna vez atendió o atenderá a uno o a otro trabajador; son necesarios los padres, los maestros que pasaron por esas vidas, los colectiveros que los transportaron, los heladeros que les sirvieron helado, etc. etc. Pero también el personal de limpieza; el personal que hizo las calles por donde se trasladan todos los demás trabajadores. Y así sucesivamente en una red interminable que se extiende a contemporáneos y a antepasados.

Incluso para que el capital pueda extraer su plusvalía, sea por vía más clásica en la unidad productiva o sea por vía más contemporánea, en la fábrica difusa que es lo social, el capital necesita que lo común exista y se articule. Pero que exista sin componerse como agenciamiento.

Y aquí viene la tercera acepción posible de lo común; esa que no siempre se da y que cuando logramos politizar lo común, se da, y que es la apuesta del comunista contemporáneo. Que es cuando lo común no es ya algo dado sino una composición afectiva consciente, como la llama Franco Berardi en un momento en Fenomenología del fin. Pero es también, como diría Badiou, un proceso precario de producción de verdad. Una verdad que es una singularidad producida por ese común y que no está en el saber del universo capitalista, universo que comprende tanto al mercado como al Estado.

Los tres comunes entonces, son: el común sólido, homogeneizador; el común fluido, objetivo pero que se da de manera heterogénea, que no homogeneiza y produce individualidades disociadas del común que las produce; y el común que es obra de una politización y hace en sí mismo un proceso de politización. Resultado, efecto y proceso de una politización -al mismo tiempo. Es la subjetividad reunida con el común que la teje (una reunión que suplementa la subjetividad más que restaurarla: la subjetividad se altera, se produce nueva al asociarse con el común de un común).

El primer común es mediación abstracta y metafísica (la Nación o la Humanidad o el Pueblo o la Clase alguna otra entelequia); el segundo no es mediación sino red fáctica, concreta, una gran cooperación objetiva; el tercero es una mediación concreta (composición molecular entre los cuerpos, los afectos y los conceptos). El tercer común es efecto y proceso de una politización.

El común en este tercer sentido es el común que se articula a sí mismo, que no quiere ser articulado por el Estado ni desarticulado ni conectado por el mercado. Que quiere investigar lo que puede. Que quiere ir de lo que sabe que puede a lo que no sabe que puede. Que quiere experimentar su potencia de composición y su potencia de afectar y ser afectado.

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