Posdata a Malvinas: un cuento chino (y no nacional)

La imposible representación de la guerra de Malvinas

Hay parva de intentos de significar nacionalmente la guerra de Malvinas. La suma de todos esos intentos no consigue articularse en un relato nacional. Y digo que es imposible que lo consiga. Voy a argumentar conceptualmente esta imposibilidad, pero primero permítanme mostrarla empíricamente.

I. Veamos la multiplicación de actos del 2 solamente en Capital en esta lista seguramente incompleta:

Marcha a la embajada inglesa del Frente Negro (agrupación “nacional popular y revolucionaria”), conmemoración ciudadana en La Casona de Humahuaca, “misa por los héroes” en la Catedral, actos de oficiales vgm retirados, entre otros, además de una diversidad de actos en el conurbano que tampoco confluyen en un acto central. También hay vigilias de 24 horas aquí allá y acuyá. Además, continúa el acampe toas en Plaza de Mayo de los vgm no reconocidos. Descentralización y fragmentación, pero además, desacuerdo sobre si llamar a los actos conmemoración, celebración, reivindicación, jornada de lucha, día de luto. También hay quienes, a pesar de todo el despliegue que, en una diversidad de maneras, busca rehabilitar “la causa” malvínica, lo siguen considerando un día vergonzante; algunos (De Ípola, Eliaschev, Gargarella y otros 43) han publicado una solicitada en ese sentido. La “des-desmalvinización” no termina despejar su camino.

A esto se suman documentales, blogs, artículos gráficos, libros y una gran diversidad de iniciativas. Por ejemplo, el “ceo and founder de Dattatec.com” envió un mail a toda su base de datos con asunto “Llevá tu mensaje a Malvinas” contando que “el día 2 de abril mi amigo y ex-combatiente Juan Carlos Luján y yo llevaremos todos los mensajes en un soporte digital que emplazaremos en tierra isleña”. A la vez, el ex-combatiente y pintor Marcelo Prudente repone su alucinada (y alucinante) muestra Malvinas: fantasmas de la Guerra. Están también, por supuesto, los documentales y películas nuevos o reemitidos por TV, las nuevas denuncias, los nuevos datos revelados, etc., etc.

La Guerra de Malvinas es indigerible para un relato nacional y el kirchnerismo, por su parte, no ha encontrado la manera de reinsertarla en la historia argentina como ha reinsertado a «la juventud maravillosa» y los desaparecidos (aunque esta reinserción tampoco es en un relato nacional, pero esto ya es otra cuestión). Así, la campaña en curso de reivinidicación de la soberanía sobre Malvinas viene con dos desplazamientos: por un lado, resaltar los antecedentes de reclamos previos al 82 y quitarle peso a la Guerra (operación que incluye un Museo de Malvinas, un homenaje de Cristina a los 18 que aterrizaron en las islas en 1966, una difusión de la rebelión del gaucho Rivero contra los ingleses en 1833); por otro, enfatizar el interés latinoamericano (o sea, supranacional) del reclamo (operación que incluye el uso de una metáfora biogeográfica para el Atlántico Sur que hasta ahora solo usaban los brasileros para su mar: la “amazonia azul, reservorio de una enorme riqueza en hidrocarburos y biodiversidad, que debe ponerse al servicio del crecimiento y el desarrollo con inclusión social de los países de la región » y sus recursos naturales)

Se ve, independientemente de cómo se juzgue la política internacional que lleva adelante el gobierno, que no hay posibilidad de procesar la Guerra al modo nacional; la única forma es correrla del centro, sea regionalizando el asunto, sea poniéndolo como uno más de una larga cadena.

Como dice El Malvinense: «se habla de Malvinas como si fuera ajeno a nuestra identidad como Nación». El malvinense lo dice en tono de denuncia; propongo leerlo como historiador: es lo que hay –y no lo que falta y podría restaurarse.

II. Veamos ahora lo que imposibilita una digestión social del atragantamiento que sea nacional y redentora. La conceptualización visibiliza tendencias y condiciones socioculturales de posibilidad de lo que hay y subraya las que no pueden torcerse.

Hay dos conjuntos de condiciones que impiden una elaboración nacional de la guerra de Malvinas. Por un lado, la guerra misma: como ya señalamos, una guerra que fue una maniobra de una dictadura entreguista y genocida, que fue un fiasco, una irresponsabilidad y un abandono de “los hijos de la patria” hizo morir a la Patria interesada en recuperar las Islas tanto como hizo estallar la posibilidad de ser relatada épicamente; el dispositivo nacional de elaboración de lo ocurrido es impotente para albergar esas agudas contradicciones, como vimos en “Malvinas, un cuento chino (y no nacional)”. Por este lado, entonces, caen tanto el dispositivo como el sujeto relator del trauma. Lo que se atraganta es un hueso imposible de roer.

Por el otro lado, el carácter de la época obstruye algunos supuestos basales del dispositivo historiador nacionalista. Una institución central del gran relato nacional era el soldado desconocido; la Catedral argentina, por ejemplo, tiene una llama para él, pero todas las naciones homenajean al suyo y le dedican algún monumento. Ahora bien, la dinámica de los medios de comunicación impiden, por mucha desmalvinización que haya habido, desconocer al soldado de Malvinas. Otro supuesto inherente es el archivo histórico. Sin embargo, los datos nuevos, las denuncias, los testimonios sobre Malvinas no dejan de aparecer y proliferar. La desclasificación del informe Rattenbach no hace sino constatar esta imposibilidad de archivar el asunto para que sea relatado por (y solamente por) los historiadores nacionales y se lo relate escolar y elegíacamente.

Pero profundicemos. El relato historiador nacionalista del pasado supone –como todos los dispositivos estatal-nacionales– una representación del pasado. La representación vuelve a presentar lo presentado sí, pero con la condición sine qua non de que lo presentado quede excluido. Si la presentado no es convenientemente ausentado, su representación no prospera. La institución de la historia nacional tenía al menos dos modos de ausentar el pasado que representaba: uno, confinándolo al archivo (que era limitado y que, aunque pudiera crecer, no se multiplicaba como hongos, a diferencia de lo que ocurre actualmente con la información); otro, desconociendo al soldado muerto y llamándolo héroe (o, alternativamente, caído, cipayo, víctima, etc.).

Abreviando. Tanto por sus características intrínsecas como por las condiciones epocales, la guerra de Malvinas es nacionalmente irrepresentable.

III. Esta imposibilidad, ¿es de lamentar? ¿Y si fuera una posibilidad? Y si, como en Un cuento chino, despeja el camino para una verdad colectiva, presentativa, situacional, tanto como le cierra el paso una representación general, opresiva, desconocedora de las potencias reales. ¿Si nos habilita a contarnos cuentos ni chinos ni nacionales sino sostenidos compartidamente? ¿Si dificulta el aislamiento y habilita el lazo y el sentido?

Será cuestión de averiguarlo. Ya hay quienes lo están haciendo -Roberto y Mari, por ejemplo.

Share

Comments

3 comentarios sobre “Posdata a Malvinas: un cuento chino (y no nacional)

  1. Los del frente negro son parte de un culto new Age, neo místicos, magia de cáos, manipuladores profesionales. Muchos de ellos ni siquiera saben en que andan. O lo naturalizan. Investiga.

  2. Lo importante es no caer en interpretaciones simplistas de la cuestión malvínica, cuestión compleja como pocas en esta parte de la Tierra.
    Y sí, Pablo, la cuestión malvínica es muy compleja. No es sólo la guerra de 1982. La cosa viene de mucho antes.
    Lo embromado del asunto es que muchos argentinos ligan la cuestión malvínica a la guerra de 1982 y por eso les cuesta abordar la cuestión; les resulta traumático. A mí mismo me pasó, y eso que siempre leí mucho y después estudié una carrera de Historia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *