¿Cuál víctima elige usted? Los linchamientos 2014 como operación imaginal de impotencia
[Adelanto del libro «Linchamientos. La policía que llevamos dentro» (2014), compilado por Ariel Pennisi y Adrián Cangi]
Cuantitativamente irrelevantes, los linchamientos versión 2014 han sido –son– cualitativamente relevantes. Por un lado, muestran o agregan (es indecidible) un rasgo más de la subjetividad consumidora, le dan recursos de actuación, de diagnóstico y discriminación, de goce, de tramitación de conflictos, incluso de protesta. Por otro lado, muestran o agregan (es indecidible) un rasgo más del gobierno de lo social fluido: soberanía dispersa o fragmentaria, o “autosoberanía” (fragmentaria, a escala macro; autoinvestida, a escala personal).
No solo las imágenes tienen dinámica “imaginal”; también la opinión o la ideología u otros elementos no icónicos funcionan, en nuestras condiciones, imaginalmente. Ni progresismo tipo “inclusionista” ni pulcrismo autoeximido tipo “no cuenten conmigo” ni securitismo se sustraen a las condiciones sociohistóricas en que ocurren los linchamientos. Tampoco los que escribimos. Tampoco el Estado actual. Habrá que pensar cómo el Estado viene propiciando tanto el progresismo del estilo “no cuenten conmigo” como el securitismo, siendo una de las condiciones ‘civilizacionales’ en que ocurren los linchamientos.
Si no pensamos/hacemos, no logramos condicionar lo que nos condiciona, y participamos de la subjetividad de esta –como si dijéramos– civilización. Uso esta palabra (aunque “época” me resulta preferible) porque ha sido empleada con la improcedente idea de que los linchamientos son ajenos a ella; en todo caso, no tomemos “civilización” con sus tradicionales connotaciones evolucionistas-progresistas-humanistas, sino como pregunta por los modos de hacer ciudad: ¿potente o poderoso?