11 enero 2005.
A mediados de 2004 secuestraron a Walter; como prueba de vida, los captores enviaron partes de su cuerpo (dedos). Indignada, la gente salió a las calles, hizo mítines, cacerolazos, apagones para exigirles a los secuestradores que soltaran a Walter sano y salvo.
Esto habla del fin de la voluntad general. Clásicamente, las manifestaciones populares reclamaban frente al Estado, exigían al Estado. Aquí, una muchedumbre de vecinos-delivery reclamó a unos secuestradores. Las reuniones de muchedumbres en las épocas del Estado-nación tenían sentido desde el punto de vista de que el Estado era expresión de la voluntad general. El Estado debía representar corrientes de opinión o grupos sociales, y por eso las manifestaciones se llamaban así, eran expresiones de la voluntad general comunicadas al Estado, que debía representarla bien. Esto existe aún hoy como atavismo cuando se le pide al Estado que vele por la seguridad de la población. Pero este atavismo fue superado por las manifestaciones que se hicieron contra los captores de Walter. Esos gentíos reunidos en distintos cruces de calles de la ciudad, y no sólo –ni principalmente– en la Plaza de Mayo o en los lugares del poder estatal nacional, fueron grupos de presión que presionaban a otro grupo de presión que es el de los secuestradores (no me refiero a los secuestradores en general sino al grupete que secuestró a Walter). En condiciones mercantiles, es decir posnacionales, el Estado no media entre los diferentes grupos que se forman y los grupos que se forman batallan entre sí cuerpo a cuerpo, midiendo sus fuerzas directamente y sin mediaciones ni amortiguaciones ni afines. Este es el entendimiento que en la práctica mostraron estos gentíos. No tenía sentido ir a reclamar al Estado por la aparición con vida y la salud de Walter, sino que había que presionar moralmente a los secuestradores. Lo que tampoco fue muy efectivo, pero nadie dijo que las presiones sean exitosas: son luchas que se pueden ganar o perder. Esos mítines no fueron manifestaciones de la voluntad general sino lobbys gentiles.
A través de la mediación y la representación estatal-nacionales, los manifestantes diversos –que podían ser, según la ocasión, el pueblo, las fuerzas vivas o la clase– se convertían en parte y se componían como todo. A través del lobby sin representación, en cambio, los flujos se enlentecen momentáneamente como comunidades-percha , sin componerse en un todo sino formando enjambres dispersos o fragmentos sociales. (Hay que pensar la subjetividad o la desarrollo-subjetividad de la comunidad percha, su gran capacidad para formarse y deformarse e informarse y desarmarse sin transformarse (=sin componerse)).
Iba a decir “lobbys populares”, pero me parecía que el oxímoron, por irónico, hacía correr el riesgo de reintroducir una vaga remembranza de la noción de voluntad general, cuya ausencia en la escena es justamente la que queremos subrayar.
Este concepto es de Zigmunt Bauman en el libro Comunidad , FCE, 2001.