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Todos esos conceptos, nota bene, se hallan ahí para captar algo. Ellos mismos no nos importan. Podemos olvidarlos o dejarlos de lado, una vez que los hayamos utilizado como magnitudes de trabajo para captar una realidad determinada, que subsiste a pesar del concepto y más allá de él. E. Jünger[1]
1. Estrategia.
Con “astitución” queremos captar una realidad que subsiste más allá de esta incómoda palabrita pero que seguirá indeterminada si no la pensamos, si no la nombramos, si no extraemos consecuencias de que hay algo allí que necesita un nombre, y que insistirá si ese nombre no llega, pero no podremos hacer con esa realidad si no logramos percibirla como eficiente. Por supuesto, percibiremos distinto esa realidad si las llamamos “instituciones restituidas”, si las llamamos “instituciones fluidas”, si las llamamos “instituciones post-neoliberales en búsqueda de su reconstrucción”, etc. Las percibiremos como las determinemos. Estas prácticas de determinación son muy variadas. Aquí aportamos una práctica de determinación conceptual (pensar, que le dicen).
Aquí hay una apuesta que a priori no podemos fundamentar bien, apuesta que hacemos a ciegas, que consiste en que “astitución” permite pensar una forma fluida de producción de social fluido. Una apuesta que quiere asumir las implicancias para las llamadas instituciones, y en general para los dispositivos de producción de elementos sociales, de la condición fluida de nuestros tiempos. Puesto que queremos inscribirla en una estrategia política que se plantea el siguiente problema:
En tiempos de instituciones, en tiempos sólidos, estatal-nacionales, industriales, o de predominio del capital productivo, el problema de las instituciones era su rutina, su anquilosamiento, su rigor, su desconocimiento de lo singular, el alto grado de repetición y rigidez que imponían a sus sujetos, cómo dificultaban la creatividad y la adaptación al cambio y demás. Hoy las instituciones se han flexibilizado. Entonces, tenemos que caracterizar cuál es el obstáculo que presentan. Ya no podemos decir que el obstáculo sea su rigidez, porque se han flexibilizado. No podemos decir que el obstáculo sea siempre su lentitud, porque muchas se han agilizado. Ni que el obstáculo sea siempre su antigüedad, pues muchas son nuevas y otras renovadas. Ni que el obstáculo sea necesariamente una normativa obsoleta, pues muchísimas se han modernizado (leyes de infancia, de salud mental, de género, contra la violencia institucional, de migración, etc.). No quiere decir esto, por supuesto, que no exista dureza por ejemplo en sedes policiales o incluso en algunas escuelas donde todavía se repiten ciertas conductas clásicas, o que los tribunales sean tan ágiles como una empresa digital o la AFIP, etc. El panorama no es homogéneo, ni siquiera dentro de cada institución en que nos encontremos.
Luego de caracterizar la “astitución” podremos tomarnos el trabajo de distinguir en qué condiciones hay astitución, en qué condiciones perviven instituciones sólidas e incluso pensar cómo se combinan ambas, lo que creo es lo más común porque además es una característica de la astitución, y además tratar de pensar las formas propiamente contemporáneas de habitar, de subjetivarnos en esas instituciones fluidas o astituciones pero, en principio, para orientarnos en el pensamiento de esta realidad que subsiste antes y después de nuestra palabrita, diremos lo siguiente. Mientras que sabíamos que el “más-allá” de las instituciones sólidas tenía que ver con el corte, la ruptura, la interrupción de la repetición, la crítica del saber, la subversión de la estructura, etc, en cambio, cuál es el “más-allá de las astituciones” es algo que queremos investigar y despejar aquí.
La estrategia tiene un costado de método y un costado político. El costado metodológico quiere presentar el método historiador que empleo para encarar esta cuestión, e incluso para formularla.[2]
1.a. Método.
La idea es que en un primer momento cada práctica tiene su representación y que en un segundo momento los historiadores vemos que cambian las prácticas, la práctica 1 pasa a ser la práctica 2, pero en general las representaciones siguen siendo las adecuadas a práctica 1, siguen siendo la representación 1. Cambian entonces las prácticas y no cambia la representación. Este desacople entre representaciones y prácticas, que por otro lado nunca deja de existir del todo,, es lo que abre un espacio para pensar. Pensar es pensar lo otro de las representaciones dominantes, pensar lo que las excede,pensar las prácticas que se desacoplan de aquellas.Ahora bien, podríamos decir que lo que queremos hacer hoy en esta conferencia es poner en el lugar de “práctica” a las llamadas instituciones. La práctica 1 serían las instituciones sólidas y la práctica 2, las instituciones fluidas.[3] El obstáculo para el pensamiento estaría en que nos representamos las instituciones fluidas como si fueran instituciones sólidas. Vamos a decir que la palabrita “astitución” es una palabra para representarnos –o, más bien, para poder pensar–las prácticas ‘astitucionales’.Para pensar las prácticas de las instituciones fluidificadas, que no quiere decir por supuesto que las paredes se derritan y se conviertan en líquidas, no quiere decir que deje de haber papeleo y todo se convierta en byte, información digital, ni que toda su dimensión económica sea financiera, ni que todos sus sujetos sean consumidores y todo el tiempo tomen fotos con el celular. Así por ejemplo Guillermo Brea decía en un seminario en el 2007, en un “Seminario sobre la sociedad compleja” que dictó en la UADEquehay diez atributos de una empresa u organización exitosa. Esos diez rasgos son: autoridad, recursos, controles, estructura, resultados, visión, posicionamiento, coraje, integración, comunicación. Ahora bien, decía Brea que los primeros cinco eran los que constituían el modelo tradicional hasta los ’50 mientras que los últimos cinco son el modelo más contemporáneo, que se desarrolla con más fuerza desde los ’90. Así que vemos cómo “fluidificación” no se trata ni de la llegada de la informatización necesariamente, aunque esto fluidifique mucho, ni de la llegada de la inconvertibilidad del dólar, aunque esto fluidifique mucho, ni tampoco de la versión neoliberal de la globalización posterior a los ’80, ni de la caída del muro de Berlín y la URSS en 1989-1981, aunque esto contribuya a la transformación de los Estados del mundo, sino que la fluidificación de cierta hebra de lo social está constituida por prácticas que, con todos esos macroprocesos (y otros) como condiciones generales, hay que detectar y describir para saber cómo opera esa hebra.
Puede ser que una primera pista más o menos metafórica nos la dé hablar de “fluidificación”, de “gelificación”, incluso de “derretimiento” o “gasificación”. Pero se trata solamente de metáforas que no nos dicen cómo funciona efectivamente una cosa que hoy todavía llamamos instituciones. Y sabemos que aquí la estrategia, tanto en su costado metodológico como en su costado político, es pensar las prácticas eficaces, las prácticas realmente existentes, esas que subsisten y producen efectos y contraefectosmás allá de la palabrita que usamos como magnitud de trabajo para captarlas.
Condiciones generales | Solidez (siglo XX) | Fluidez 1 (1990’s) | Fluidez 2 (2010’s) |
Tipo de Estado | Estado-nación | Técnico-administrativo | Posnacional |
Configuración de lo social | Institución | Fragmento / destitución / galpón | Astitución |
De tal manera, lo que queremos hacer es ubicar una pregunta, que podríamos ubicar con este cuadrito que marca tres momentos muy esquemáticamente, y como si esos momentos fueran bloques claramente divisibles y muy homogéneos al interior. Pero esto tiene fines por un lado didácticos y por otro lado de auto-esclarecimiento para orientar la indagación. Queremos encontrar cualidades. Necesitamos palabras para separar la paja del trigo, ya que lo que se nospresenta, lo social,realmentees un barro muy confuso y resulta operativo orientarse por algunos vectores depurados. De lo contrario, se corren dosriesgospor lo menos: el de hacer seguidismo de la complejidad(variedad, deberíamos decirle) y perderse en la abigarrada empiria contemporánea, y el de caer en el anacronismo de seguir hablando de lo que encontramos hoy como si fuera cualitativamente lo mismo que lo que encontrábamos ayer; ambos riesgos acarrean desorientarse, perder toda estrategia, dejar de pensar, y en suma despolitizar la indagación.
Tenemos entonces un primer momento que correspondería a la mayor parte del siglo veinte, mínimo hasta mediados de la década del sesenta o principios de la década del setenta, que son tiempos estatal-nacionales, tiempos a la vez de instituciones. Como tal vez diría un trabajador social, en esos tiempos la socialización secundaria se daba en las instituciones (y la primaria, en una familia que funcionaba como institución). Luego, en los noventa vendría la primera fluidez, aquella que Ignacio Lewkowicz llama a secas fluidez, donde el Estado nacional pasa a ser técnico-administrativo y la producción de elementos sociales pasa a darse en “galpones” o instituciones destituidas que dejan de estar engarzadas en un suelo estatal-nacional, en un concierto de instituciones y se convierten en fragmentos. Desde el 2003 digamos, un 2003 que viene después del “que se vayan todos”, o sea, en respuesta a una afirmación subjetiva anti-estatal, viene un estado posnacional y la producción de lo social se da en “astituciones”.[4] Este cuadro es extremadamente esquemático, pero quiero ubicar una pregunta, ¿qué es una astitución?, de tal manera que en el casillero donde leemos “astitución” debemos leer “x”, como si fuera una incógnita a despejar. Para una indagación historiadora, “x” significa que estamos preguntando qué practicas específicas se dan en las “astituciones” y las configuran como astituciones.
1.b. Política.
Paso ahora al costado político de la estrategia que nos orienta. La institución es un conjunto de prácticas que propician, facilitan el vivir juntos; en este sentido expanden el poder hacer.Todoesto lo harán de distintas manera en cada momento histórico; las instituciones estatal-nacionales al quedar instituidas congelaban el poder hacer como poderes –el poder de la maestra, el poder del padre, los del sindicalista, el presidente, el carcelero, etc.–, disociando a sus sujetos de las potenciasde los cuerpos.Entonceshabrá que discernir cuándo los procedimientos de producción de social (oprocedimientos, para usar una palabra cómoda, ‘institucionales’) producen y reproducen sujetos sociales gobernables o poderes o asimetrías y cuándo expanden el poder hacer (esto y aquello lo harán de distintas maneras según el momento histórico) Como decíamos al comienzo las instituciones sólidas o estatal-nacionales congelaban el poder hacer, lo convertían en poderes-sobre (y poderes-bajo) a través de la repetición, mientras que las instituciones fluidas lo hacen a través del cambio constante, de modo tal que cambia el obstáculo. En este punto es importante mencionar que no se trata de ver cual dominación es mejor. Si podemos asociar las astituciones a mecanismos de control, a dispositivos pos-disciplinarios entonces es bueno, en este punto, poner el siguiente párrafo de Deleuze:
«»Control» es el nombre que Burroughs propone para designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como nuestro futuro próximo. Paul Virilio no deja de analizar las formas ultrarrápidas de control al aire libre, que reemplazan a las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema cerrado. No se trata de invocar las producciones farmacéuticas extraordinarias, las formaciones nucleares, las manipulaciones genéticas, aunque estén destinadas a intervenir en el nuevo proceso. No se trata de preguntar cuál régimen es más duro, o más tolerable, ya que en cada uno de ellos se enfrentan las liberaciones y las servidumbres. Por ejemplo, en la crisis del hospital como lugar de encierro, la sectorización, los hospitales de día, la atención a domicilio pudieron marcar al principio nuevas libertades, pero participan también de mecanismos de control que rivalizan con los más duros encierros. No se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas.» (Conversaciones. Cap. 5, punto 17;subrayados nuestros)
Entonces, no se trata de andar comparando sino de preguntarse cómo los actuales mecanismos nos disocian de nuestro poder hacer y qué operaciones se están inventandopara expandir el poder hacer para asociarnos con lo que pueden los cuerpos individual o colectivamente.
La estrategia política es, entonces, entender cómo, con qué operaciones prácticas, una institución fluida –esto es, una institución que no queda instituida–, evita la expansión del poder-hacer y crea sujetos gobernables (disociados de la potencia de sus cuerpos), de modo de detectar cuándo, y con qué operaciones, ocurre una subjetivación situacionalmente potente, expansiva (ilimitada). Para usar las palabras de Deleuze, una subjetivación sin régimen.
Como se ve, no hay gran distancia entre el costado “político” de la estrategia y el “metodológico”: la historización abre una problematización que por sí misma es politización; la politización por sí misma es historización, cambio cualitativo. La separación entre ambos costados de la estrategia es por comodidad de la exposición.
Sigue en Astituciones II – Hechos curiosos
[1] Citado por Ricardo Cuasnicú, en Jünger y la política, Prometeo, Buenos Aires, 2015.
[2] Esa “realidad que subsiste antes y después” de la palabrita “astitución” insiste como real, pero hasta tanto no la nombremos, no existirá como cuestión. Así que, por el momento, la única “realidad” que subsiste antes y después de “astitución” es la misma cuestión. Si no la formuláramos, no habría tarea de pensamiento –tarea política. Como tan bien vienen insistiendo el Colectivo Situaciones y el IEEP, y de otras maneras Ignacio Lewkowicz y Raúl Cerdeiras y muchos otros, la política no tiene tareas a priori que encarar, sino que comienza cuando un colectivo problematiza algo que excede los saberes y las imágenes corrientes de la situación. Es con una problematización que aparecen un punto de subjetivación, unas tareas, unos haceres, unas invenciones, nuevos posibles.
[3] El intercambio no es meramente formal, pues en rigor no existen las instituciones sino prácticas institucionales determinadas prácticamente como instituciones. No hay nada en lo social (ni en la naturaleza) que no sea actividad. Dicho sea de paso, lo mismo vale para las representaciones: son actividad de representar. Ver Marcelo Campagno e Ignacio Lewkowicz, La historia sin objeto.
[4] En rigor, también se da fuera de ellas, sea porque las astituciones van dejando de ser dispositivos de encierro, sea porque se dan sin sede o cuyas sedes tienen carácter accesorio, como por ejemplo la producción de cibernautas. En breve, es más correcto decir que actualmente la astitución es una forma fluida de producción de social, cuyos productos no quedan instituidos (no son sólidos). Por supuesto, no alcanza con decir qué no son más, pero decirlo sí despeja el campo, la percepción del campo, para captar la especificidad de lo que encontramos.