1. Estrategia de Bifo
Franco Berardi distingue entre conjunción y conexión. Ambas son modos de interacción o «concatenación», pero tienen distintos efectos. ¿Por qué insiste tanto en esa diferencia?
Creo haber entendido, leyendo Fenomenología del fin, libro que comienza planteando esa distinción, cuál es la motivación estratégica y el sentido estratégico de esa distinción.
Él plantea un antagonismo básico del capitalismo contemporáneo, que es el antagonismo entre semiocapital y cognitariado. Su pregunta estratégica es cómo puede el cognitariado, clase global explotada a nivel global de manera recombinante, conjugarse y luchar.
Plantea que el gran obstáculo para juntarse (como diríamos coloquialmente aquí) y luchar es el hecho de que se conecta como tiempo en la producción y no como cuerpo en la producción.
En los tiempos industriales, los trabajadores se contectaban como cuerpos en la fábrica. En cambio, en tiempos semiocapitalistas, en tiempos de infotrabajo, el capital los recombina sin tener que juntarlos en la misma unidad productiva. Los recombina como fractales de tiempo en el ciberespacio.
De tal manera, se conectan, pero no se conjugan porque los cuerpos no se rozan y no comparten lugar y tiempo.
En la página 224 de Fenomenología del fin, dice:
«Este tipo de trabajo puede rebelarse en algún nodo de la red, pero esto no moviliza ninguna ola de luchas… El comportamiento sólo puede convertirse en una ola cuando hay una proximidad continua en el tiempo, continuidad que el infotrabajo ya no permite.»
«Para que las luchas formen un ciclo, los cuerpos trabajadores deben estar en una proximidad espacial y en una continuidad existencial y temporal. Sin esos determinantes, los cuerpos celularizados no poseen las condiciones para experimentar el tipo de afectividad que hace posible la solidaridad social.»
2. Argumento de Fenomenología del fin
Intentaré transmitir el argumento que logré encontrar en Fenomenología del Fin.
Es un libro muy interesante. Tiene muchas ideas; algunas ya las conocíamos de antes; otras las insinúa y no llega a profundizarlas; sí profundiza el pensamiento de la sensibilidad (y su relación con la «sensitividad»). De ese frondoso paisaje estético, filosófico, económico, extraigo un argumento con el que leer y atravesar la plétora berardiana.
Es por supuesto una diagonal de lectura que yo trazo y que no es como está desarrollado el libro. Pero es lo que pude entender. Porque el libro tiene tantas, tantas cuestiones, que hay que trazar una diagonal propia o no se entiende a qué apunta Bifo.
Creo que él está retomando la apuesta postoperaísta de lograr una recomposición de la clase. Parte de la idea química de composición, que es una mezcla de sustancias que “se contaminan mutuamente”. Entonces, una composición social es “un proceso de contaminación cultural entre organismos que son concientes y sensibles; organismos que son relativamente diferentes, pero que tienen la habilidad para el intercambio de aquello que no es exactamente intercambiable, pero puede ser intercambiado a través de pequeñas o grandes transformaciones en los organismos en sí mismos”. Es decir, a través del paradigma conjuntivo.
Los autonomistas postoperaístas buscaban que la composición de clase entrara en un proceso de recomposición. Era un proceso que creaba solidaridad política y que era la base de todo proceso político y de toda autonomización social. Esta solidaridad no es un proceso moral, ideológico; es un proceso cultural y psicológico, dice él; abarca todo el rango social: expectativas, empatía, mitología, estilos de vida, etc., etc. Y es la precondición para la autonomía, como decía. Decía también que esta solidaridad no es moral, sino que depende de la percepción de la continuidad de mi cuerpo con el de otro.
Ahora bien, como sabemos, pues era algo que ya estaba en Generación post-alfa, el trabajo desterritorializado, el trabajo postfordista, fuera de la fábrica, y la celularización conectiva del trabajo, la fragmentación del trabajo y su recombinación en la red, la precarización en suma, todo esto hace que se dificulte la percepción de la continuidad corporal de la clase productiva. Entonces, el proceso de recomposición deja de existir y la clase trabajadora entra en lo que él llama -solamente una vez- “proceso de descomposición”, que es el proceso que desarticula la solidaridad y la misma posibilidad de la solidaridad de clase. Y que consiste en que los trabajadores cognitivos han entrado en un proceso de recombinación, el del capital recombinante, que no concatena cuerpos trabajadores sino fragmentos modulares de tiempo de trabajo. En Generación post-alfa a esto lo llama “esclavismo celular”.
Acá viene entonces la cuestión. Retoma toda esta argumentación de la idea del general intellect como la fuerza productiva propia del capital financiero y del semiocapitalismo –o directamente semiocapitalismo (capital financiero sería, entiendo, una de las dimensiones del semiocapitalismo).
Ahora bien, el general intellect, la fuerza productiva principal, tiene un cuerpo; es cognición, es fuerza productiva, pero es también un cuerpo, pero ocurre que es separado por el capital de su cuerpo y su sensibilidad. Y entonces Bifo cuenta varias maneras en que esto ocurre. Las menciono rápidamente. La gobernanza, la subsunción de la mente en el semiocapital, la recombinación, el enjambre. Todas estas cosas producen lo que Bifo llama “morfostasis”; es decir, no hay creación de formas nuevas; hay una estabilidad flexible pero que no genera formas nuevas. Es una estabilidad resiliente. Y enuncia que “a mayor complejidad, mayor resiliencia,” lo cual explicaría que los estallidos puntuales de resistencia que hay no se propaguen y no pongan en riesgo a la reproducción del semiocapitalismo.
Y todo esto (enjambre, recombinación, subsunción de la mente en el semiocapital, gobernanza, desensibilización) forma parte, entiendo, del paradigma conectivo, que es el paradigma de comunicación en el cual, para comunicarse, los cuerpos y las cosas necesitan ser introducidas en el código de la red (es decir, en el protocolo) y deben ser reducidos a automatismos sintácticos; deben pasar por un formateo tal que permita esos automatismos sintácticos. Se pierde así la conjunción, que es semántica y sensible, creadora de significado y verificada en el placer que produce.
Podríamos entrar en el detalle de cada una de las cuestiones: enjambre, gobernanza, subsunción de la mente en el semiocapital y desensibilización. Creo que sería muy interesante detallarlas, pero ahora sigamos con el argumento general y estratégico de Fenomenología del fin.
A través de este predominio de la conexión y la estabilidad de las formas sociales, subjetivas, el general intellect queda separado de su cuerpo, de su sensibilidad y de su potencia de conjunción; lo cual, por supuesto, impide la creación de nuevas formas. Porque para Bifo, la sensibilidad es creación de formas; no es solamente percepción; es también proyección de lo percibido y construcción de una realidad compartida.
¿Cuál sería el camino entonces? Bueno. Bifo dice que la tarea, dado que el general intellect no pasa por un proceso de composición, como pasaba la clase obrera, es intensificar la sensibilidad (porque es morfogenética). La mutación, dice, no puede ser resistida. La mutación, es irreversible. Entonces hay que ver cómo, en este mundo, en esta infosfera completamente cableada, completamente conectiva, puede haber una caosmosis. Caosmosis que es creadora de formas y es conjuntiva. La caosmosis es posible porque el general intellect sufre patologías. Porque el cuerpo sensible no puede seguir el ritmo del ciberespacio.
Aquí hago un paréntesis. Él dice que hay una contradicción inherente y que es la principal de la digitalización del mundo, que es la contradicción entre ciberespacio y cibertiempo. El ciberespacio puede extenderse infinitamente; es la digitalización de cada vez más dimensiones de la vida. Pero el tiempo no puede comprimirse infinitamente. Es decir, la aceleración es teóricamente infinita, pero el cuerpo sensible no puede procesar a una velocidad infinita los estímulos. Esta sobreexigencia del ciberespacio sobre la sensibilidad es el límite del cibertiempo y crea patología, porque el cuerpo no puede. Creo que este también es un argumento de Bifo que ya conocíamos. El cuerpo no puede procesar los estímulos a la velocidad de la infosfera contemporánea.
Bien. Ante los espasmos que genera la infosfera en el cuerpo del general intellect, es posible entrar en un proceso caosmótico que a través de la intensificación sensibilidad, singularice las concatenaciones, es decir, ocurran conjunciones.
Agrega también una apuesta a una neuroplasticidad conciente. Cosa que es creo, la más interesante y novedosa, pero no la desarrolla; sólo la insinúa o la deja como pregunta, porque él mismo no sabe cómo se puede producir una neuroplasticidad conciente.
Terminando. La cuestión de Fenomenología del fin, brevemente, es cómo lograr una recomposición del general intellect, cómo atravesar los obstáculos que son la conexión, el enjambre, la gobernanza y la subsunción de la mente semiocapitalista), cómo lograr la recomposición del cognitariado cuando la vía básica de toda composición y recomposición –esto es, la conjunción– está “no cancelada, pero sí seriamente comprometida”. Estaríamos viviendo el fin de la conjunción, un final que recomienza todo el tiempo, a la vez que el fin del mundo y la política humanistas.
Y finalmente, tira la figura de la Malinche, la amante de Cortés, que era de un pueblo indígena conquistado por los aztecas, que desde el punto de vista mexicano traiciona o traicionaría a los pueblos indígenas para venderlos a Cortés. Yo cuestiono esa idea de la Malinche, pero eso es aparte. Dice que ahora nosotros tenemos que hacer como Malinche: traicionar el mundo que ya llega a su fin, para encontrar maneras de habitar el mundo que ya empezó hace rato.
3. A qué viene este posteo
A mí me hizo falta escribirlo para distinguir entre nuestra idea de contactos sin vínculo y la suya de conjunción y conexión. Es un capítulo que estará en mi próximo libro y que, en el contrapunto, ayuda a pensar la terna vincularidad sólida, vincularidad fluida y trama consecuente (que es una vincularidad contemporánea pero que está en tensión con la fluida, pues le pone un plus subjetivante).